A tus pies, ¡oh mi querido Jesús Niño!,
me humillo y me confundo
por mis tantas miserias
que deben herir,
cual agudas espinas,
tu Santísimo Corazón.
¡Te has humillado tanto por mí, Oh Jesús!
¡Te has hecho pobre por mi amor,
has sufrido tantas privaciones y sufrimientos...
y yo no sé hacer nada por Tí!
Derrite, Oh Jesús,
el hielo de mi corazón,
enciéndeme de tu santa caridad
y entonces las espinas de mi pobre alma
vendrán a ser flores de virtud
y de buenas obras, para ti.
Ven a mi, santo Niño,
préstame tu ayuda y protección,
dame la posibilidad de empezar de nuevo,
de volver a comenzar una vida
en la que los errores cometidos
queden en el pasado,
perdonados, por ti olvidados.