11 ago 2017

A SAN JUAN MARIA DE VIANNEY ORACION PARA LOS QUE SON CALUMNIADOS Y PERSEGUIDOS


¡Oh bendito Juan María Vianney!


Para ti terminó ya el trabajo terrenal,
 pero desde el seno de tu reposo
escuchas implorar tu patrocinio
a todo el que desea la salvación de su alma.
 
Sostennos en tu misión
cada día más ingrata,
más llena de amarguras.
 
A aquellos a quienes la paciencia
amenaza con doblegarse
ante la persecución y las calumnias,
repíteles las palabras que tu decías
a uno de tus predecesores:


“Amigo mío, haz como yo.
Me enfadaría si Dios fuese ofendido;
más por otra parte, me alegro en el Señor
de todo aquello que él permite se diga contra mí,
porque las condenaciones del mundo
son bendiciones de Dios.
 
Las contradicciones nos colocan al pie de las cruces
 y las cruces a la puerta del cielo.
¿Acaso el que huye de la cruz,
no huye de Aquel que quiso ser clavado en ella
y morir por nosotros?
 
¡Qué la cruz haga perder la paz!
Es ella la que ha dado la paz al mundo,
y la que debe llevarla a nuestros corazones”.


Ojalá puedan decirse a sí mismos
y decir a los demás contigo:
 
“Fuera de Dios, no hay nada que sea sólido.
La vida pasa; la fortuna se derrumba;
la salud se destruye, la reputación es atacada.
 
Nosotros caminamos como el viento.
El paraíso, el infierno y el purgatorio
tienen un gusto anticipado desde esta vida.
 
El paraíso reside en el corazón de los perfectos
que están muy unidos con nuestro Señor;
el infierno está en el de los impíos;
y el purgatorio en las almas
que no están muertas a ellas mismas.
 
El hombre ha sido creado para el amor:
por eso está tan dispuesto para amar;
por otra parte es tan grande
que nada puede contenerle sobre la tierra.
 
No está contento más que
cuando se dirige hacia el cielo”.
 
Glorioso y bendito santo,
paciente cura de Ars,
líbrame de los calumniadores,
de los que me difaman por interés,
de los que me acosan y persiguen,
pues nadie mejor que tu puede hacerlo,
que lo viviste y sufriste en carne viva.
 
Se mi protector, amado cura de Ars,
porque tu eres un alma pura y digna,
y tu bondad no conoce fronteras.
 
Amen.
 
 
 

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