santo por derecho propio,
por llevar una vida ejemplar
por tu inmenso amor a Dios
y por tu abnegación y bondad
con todos tus semejantes.
A nadie negaste un favor,
repartiste amor, ayuda y comprensión
a todo el que te lo solicitó,
y ahora en la Gloria de Dios
multiplicas infinitamente
esos mismos favores.
Tu amor por el Niño Jesús
te ha situado a su diestra
y tus peticiones son escuchadas y cumplidas
con generosa benevolencia y celeridad.